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Vitamina D para bebés, niños y adolescentes.

La vitamina D es esencial en nuestro organismo y juega un papel clave para ayudarnos a crecer fuertes y saludables, pero la mayoría de los niños actualmente no reciben la dosis necesaria. Los cambios en nuestro estilo de vida implican que todos pasamos menos horas al día expuestos a la luz solar natural.

Los huevos, algunos pescados, como la sardina o el atún, y la leche contienen vitamina D. Sin embargo, estudios recientes demuestran que la mayoría de los menores no están recibiendo la cantidad recomendada de esta vitamina, ya que sus madres creen, equivocadamente, que solo con la ingesta diaria de leche es suficiente para obtenerla. Pero en muchas ocasiones esto no es cierto.

La vitamina D es esencial en nuestro organismo y juega un papel clave para ayudarnos a crecer fuertes y saludables, pero la mayoría de los niños actualmente no reciben la dosis necesaria. Los cambios en nuestro estilo de vida implican que todos pasamos menos horas al día expuestos a la luz solar natural. Los niños ya casi no juegan en la calle, como sí ocurría hace cuarenta o cincuenta años. Si a eso unimos el uso frecuente de protectores solares excesivamente bloqueantes en verano, que si bien son necesarios para proteger nuestra piel, tienen el efecto colateral de bloquear los rayos solares impidiendo que nuestro organismo los utilice para generar vitamina D.

Recientes investigaciones citan que alrededor del 42% de los estadounidenses padecen deficiencia de vitamina D. Y entre los niños de 1 a 11 años, se estima que el 15% también padece esta deficiencia. Entre los adolescentes esta cifra se calcula en el 17% y los adultos jóvenes arrojan una media del 32% con deficiencia de vitamina D.

¿Por qué es tan necesaria la vitamina D para los niños?

La importancia de la vitamina D radica en que favorece y asegura que nuestro organismo absorba y retenga el calcio y el fósforo que tomamos, de forma que se convierte en fundamental para la salud de los huesos. El calcio y el fósforo son críticos para el correcto crecimiento del aparato óseo y ayudan a prevenir el raquitismo, pero sin la vitamina D, por mucho que los tomemos, sus efectos beneficiosos caerán en saco roto. Por lo tanto, un déficit en vitamina D puede desembocar ablandamiento de los huesos (raquitismo) así como aumentar el riesgo de sufrir fracturas óseas, no solo en niños, sino también en adolescentes y adultos.

La vitamina D interviene directamente también en la eficiencia de respuesta de nuestro sistema inmune, e incluso se la relaciona con la salud mental, pues recientes investigaciones han hallado una alta correlación entre su deficiencia y la depresión.

Por lo tanto, tomar suplementos ricos en vitamina D en cualquier edad, pero especialmente en la infancia nos asegurará a corto plazo un desarrollo fuerte y sólido de la estructura ósea y a largo plazo nos prevendrá de otros trastornos tanto físicos como incluso mentales.

¿Cuánta vitamina D necesita mi hijo y cuándo debo dársela?

Muy poco después del nacimiento nuestro organismo ya necesita vitamina D, pues la formación de los huesos se inicia ya incluso desde antes del alumbramiento. La AAP (American Academy of Pediatrics) hace las siguientes recomendaciones:

  • 400 UI de vitamina D al día para los bebés menores de 1 año.
  • 600 UI de vitamina D al día después del primer año y hasta después d ela adolescencia.

A la luz de los numerosos estudios que demuestran los beneficios que la vitamina D nos reporta, en 2008 la AAP elevó esta última recomendación de 600 UI para todos los adultos y para toda la vida.

Suplementos de vitamina D

Ahora que ya sabes cuándo y cuánta vitamina D debemos dar a nuestros hijos veamos cómo podemos hacerlo. Evidentemente la opción número uno que debemos complementar es la dieta. No obstante, dado nuestro actual estilo de vida, es cada vez más evidente que los suplementos de vitamina D son fundamentales pues la gran mayoría de los menores no obtienen la suficiente cantidad de esta vitamina únicamente con la dieta alimentaria. Y además como ya hemos mencionado arriba, no reciben la suficiente radiación solar diaria como para metabolizarla correctamente.

Concretamente, los bebés que son alimentados exclusivamente con leche materna deberán recibir un suplemento de 400 UI diarios. Si el recién nacido es alimentado con leche de fórmula (leche en polvo) los requerimientos son los mismos y deberemos vigilar que en la composición de la leche que compramos está presente como mínimo la citada cantidad. De hecho, si el bebé no toma al menos 946ml de leche en polvo al día, deberemos complementar su alimentación con un suplemento de vitamina D. No hacerlo y mantener un déficit prolongado de vitamina D durante la etapa más importante de su vida en cuanto a la formación de los huesos se refiere, puede condenar a nuestro hijo a sufrir problemas óseos cuando llegue a la edad adulta.

Los formatos disponibles para administrar vitamina D a nuestro hijo son básicamente dos: vitaminas masticables y vitaminas líquidas. Optamos por las segundas para los bebés, tanto si les damos leche materna como si les alimentamos con leche en polvo con el biberón. Existen preparados líquidos que en ½ ó 1 ml ya contienen los 400 UI recomendados. Otra forma sencilla son las gotas, equivaliendo una gota a los 400 UI diarios necesarios. Y nos decantamos por las primeras para niños mayores de tres años que ya mastiquen alimentos duros, mezclándolas, por ejemplo con algún dulce para evitar el rechazo.

Es importante recalcar que, como con todos los medicamentos y suplementos vitamínicos, la vitamina D, ya sea en gotas o masticable debe mantenerse fuera del alcance de los niños, pues si bien es esencial obtener los mínimos diarios una dosis excesivamente alta de la misma también se puede convertir en perjudicial.

¿Y de forma natural de dónde puedo obtener la vitamina D?

Aunque los suplementos de vitamina D nos facilitan y garantizan que la tomamos en la cantidad adecuada no debemos dejar de incluir alimentos ricos en vitamina D en la dieta de nuestro hijo.

La leche, los cereales, el zumo de naranja, el yogurt, la margarina, el salmón, las sardinas, el atún, la caballa, los hongos shiitake o chinos y el huevo duro son alimentos fortificados en vitamina D. No son muchos alimentos a los que podemos requerir como fuente natural y además no es mucha la cantidad que contienen, como puedes comprobar en la siguiente tabla:

Y para no fallar en la vitamina D…

Para asegurarnos de que nuestro hijo obtiene suficiente vitamina D basta con tener en cuenta los siguientes puntos:

  • Si el bebé es alimentado con leche materna, desde los primeros días de vida, dale un suplemento de 400 UI de vitamina D líquida. En gotas, con el dosificador correspondiente te será muy sencillo.
  • Los bebés alimentados con leche en polvo, así como los niños que consuman menos de 32 onzas de leche de fórmula al día, deben recibir también un suplemento de 400 UI diarios..
  • Los adolescentes reacios por sus gustos a los alimentos expuestos en la tabla anterior, no obtendrán los 600 UI de vitamina D al día de forma natural a través de su dieta y por tanto deben recibir un suplemento de vitamina D que contenga esa cantidad.
  • Los niños que toman ciertos medicamentos y/o padecen enfermedades crónicas como la fibrosis quística, pueden necesitar incluso dosis más altas de las recomendadas en estas páginas.
  • En este último caso y también en todos los demás, para asegurarse al 100% de que su hijo toma la suficiente vitamina D, consulte a su pediatra.

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